«Cuando la INJUSTICIA se convierte en ley, la RESISTENCIA es un DEBER» – Mi amiga Carolina Lavandeyra me compartió un artículo en francés, del cual tomé prestada esta imagen, en el que se expone una tesis muy interesante: la promoción de la DESOBEDIENCIA CIVIL pacífica, pero decidida. Como bien se señala:
«La desobediencia civil no implica necesariamente actos de violencia: puede ser simplemente una respuesta pacífica y, sin embargo, muy resuelta, de ciudadanos conocedores y comprometidos, frente a los inapropiados proyectos de líderes incapaces de tener en cuenta los intereses esenciales a los que hoy se enfrenta la humanidad».
Esta forma de enfrentamiento a la creciente corriente de las fuerzas más retrógradas a nivel mundial, puede ser mucho más efectiva que la resistencia violenta (esa en la que queman coches, rompen vidrios y atentan contra la propiedad privada de compañías y ciudadanos corrientes), misma que con frecuencia conlleva a la acción represiva de las fuerzas policiales y al rechazo mayoritario de los ciudadanos que respetan la ley, el orden y la propiedad de los demás.
Los autores afirman que el «BOICOT CIUDADANO» seduce cada vez a más personas, pues se basa en acciones radicales, pero no violentas. «Cuando el estado abandona deliberadamente su responsabilidad de proteger a los ciudadanos, está rompiendo su propio contrato social. La revuelta se convierte entonces en nuestro derecho más sagrado y nuestro deber más indispensable«, afirman ellos.
Enfocándose en la gravedad del cambio climático, ellos enfatizan la urgencia de las acciones, pues «nuestra supervivencia en la Tierra está amenazada… no somos tan tontos como para creernos los discursos que pretenden hacernos a todos culpables del desastre. En este mundo, el 70% de los gases de efecto invernadero provienen de 100 empresas».
¿Leyeron bien esa cifra? Si nos enfrentamos drástica, efectiva y masivamente a los efectos depredadores de 100 EMPRESAS y logramos disminuir, aunque sea en un cierto porcentaje, sus efectos negativos sobre el medio ambiente, podemos detener la agonía del Planeta.
Sin embargo, la misma estrategia aplica para el resto de nuestros grandes problemas globales, como el poder ilimitado y corruptor de las mega corporaciones, el indigno salario que cada vez hace más difícil el acceso a la canasta básica, la casi imposibilidad de estudiar sin endeudarse por décadas y el acceso universal a los cuidados de salud, entre otros.
Cuando las instituciones democráticas han sido secuestradas por las poderosas corporaciones y los intereses especiales, se pierde la confianza en que el Gobierno de turno, o cualquier otro gobierno, pueda solucionar los problemas sin una fuerte PRESIÓN POPULAR.
Creo firmemente que es DEBER de todo hombre y mujer progresista de este Planeta pensar, coordinar, planear, apoyar y/o llevar a cabo ese tipo de ACCIONES. Tenemos que pasar de «reactivos» a «proactivos«, de «espectadores» a «actores de cambio» de la triste realidad que se está viviendo en buena parte de este mundo.
Como una vez afirmara la popular escritora y activista Rita Mae Brown:
«Pasar la vida reaccionando es vivir en esclavitud, intelectual y espiritualmente. Hay que luchar por una vida de ACCIÓN, no de REACCIÓN».
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