La confusión y manipulación de términos procede de dos cosas: la IGNORANCIA y la INFAMIA. Y eso aplica también, o quizás en medida pocas veces vista, a la sobreposición ignorante o mal intencionada de los términos «socialismo democrático» y «socialismo/comunismo«. Esta es una DISPUTA que de tan vieja ya apesta y que se ha llevado a extremos tales que, «comunista» es simplemente todo el que diga algo que no esté de acuerdo conmigo, y también el que me cae mal, el que me robó la novia o el que no me dió el trabajo porque encontró un candidato mejor que yo, o con mejores atributos físicos.
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Comencemos por la IGNORANCIA
El término «socialismo» no fué inventado por Marx, Engels y Lenin, pero sí fueron ellos tres quienes lo fundamentaron y lo elevaron a rango de ciencia. Como movimiento social surge en el siglo XIX como protesta contra la desigualdad social y la explotación económica que sufrían las capas sometidas de la sociedad. En contraposición al poder de la burguesía se erigió en «ideología del ploretariado«, se subestimó el papel de la clase media y se pensó que la propiedad social (léase, del Estado) sobre los medios de producción era la solución a todos los males, concibiendo la etapa «socialista» como la antesala, como la construcción del «comunismo«, donde todos los hombres serían iguales (aunque en la práctica quedó bien demostrado que algunos eran «más iguales» que otros) y que actuarían exclusivamente en función del bien común.
De la ciencia se pasó a la utopía y de la utopía al dogma. Se reforzó la propiedad estatal en detrimento de la propiedad privada e individual; se estatalizó la ideología de gobierno representada por el partido único; se pretendió ignorar la individualidad del ser humano en aras de su componente social y se institucionalizaron estratos de poder «de por vida«. Todo eso (y muchos detalles más, difícil de abordar en un simple artículo) llevó a la implosión del socialismo (mal llamado «comunismo«) en la ex Unión Soviética y los países socialistas de Europa del Este. Hasta ahí llegó el socialismo «clásico«, como algunos le llamaban.
A la vez, las cosas se complican con el experimento maoísta en China, al que también se le denominó «socialismo/comunismo» y cuya evolución ha llevado a un modelo que tiene mucho de «chino» y muy poco de marxista. Y se complican más aún con el surgimiento del «Socialismo del Siglo XXI«, devenido en populismo de autócratas que se enriquecen a costa de, y según ellos, en función de, el «bien común«, y que aunque se proyectan respecto a necesidades sociales reales y reafirman algunos logros para los menos favorecidos, pretenden ante todo eternizarse en el poder, como los «únicos y verdaderos representantes de los oprimidos«.
Son tantas las variantes, etapas y modelos que es difícil entender cuán cerca de los «clasicos» del socialismo científico o del marxismo-leninismo está cada uno, pero con sólo abordar las siguientes TRES preguntas podemos «simplificar» todo a un nivel que, no será muy científico, pero sí puede ser entendido por todos. Si respondes NO (o más o menos NO) a todas o a algunas de esas preguntas, entonces no eres ni puedes ser «comunista», al menos no en la acepción peyorativa que se le atribuye. Punto:
* ¿Estás a favor del papel predominante de la propiedad social (estatal) sobre los medios de producción y la eliminación del libre mercado a favor de su regulación por parte del Estado?
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* ¿Estás a favor del papel predominante en la estructura política de la sociedad de un sólo Partido que se eterniza en el poder y eterniza a sus «sabios» e «incuestionables» líderes?
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* ¿Estás en contra del fortalecimiento de instituciones democráticas más o menos independientes que garanticen la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de reunión y la libertad de culto, entre otras, por encima de los intereses de cualquier fuerza política y en función exclusiva de una sociedad civil más o menos autónoma y en constante desarrollo?
Cada vez que escuches que alguien se auto proclama «socialista«, o que acusan a alguien de «comunista» por exigir que todos tengamos asistencia de salud de calidad (como pasa en todos los países capitalistas desarrolados del mundo, excepto en EEUU); que todos tengamos iguales oportunidades de acceder a la educación, a un salario digno que sirva al menos para cubrir las necesidades básicas del individuo y la familia, RECUERDA ESAS TRES PREGUNTAS y sabrás cómo «etiquetarlo» si es que sientes esa obsesiva necesidad de tantos seres humanos de encasillar a los demás dentro de ciertas, muchas veces dudosas «clasificaciones«.
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Ahora Sigamos con la INFAMIA
Esta resulta de una deliberada intención de desprestigiar una ideología válida y vigente, como es el caso del «SOCIALISMO DEMOCRÁTICO«, que igualmente podría ser llamado «capitalismo democrático«, «capitalismo mejor distribuido«, «capitalismo humano«, «socialcapitalismo» o cualquier otra genialidad o barbaridad que se te ocurra. Cualquiera menos COMUNISMO.
Según afirma acertadamente el columnista y politólogo Andrés Vallejo, el «socialismo democrático no comulga con los extremos: ni desconoce la existencia del mercado y la iniciativa privada, ni asigna al mercado la capacidad de resolver, por si mismo, la vida económica y social«. Ejemplos donde este principio se aplica de diversa manera, pero con una misma esencia, son Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia y también Holanda, Austria, Alemania y otros en Europa que se acercan al citado modelo.
El socialismo democrático NO SE OPONE al capitalismo. Por el contrario, plantea múltiples vías de su desarrollo y fortalecimiento. Se opone al «capitalismo salvaje«, al que ha sido secuestrado por las mega corporaciones y los llamados «intereses especiales» como en los EEUU, donde empresas como Facebook, Amazon y los grandes Bancos y Financieras de Wall Street no sólo compran jueces y congresistas para que aprueben las leyes que a ellos (no al pueblo) convienen, sino que pagan menos impuestos que los dueños de pequeños negocios, que los maestros, las enfermeras, los taxistas…, menos que tú y que yo.
El socialismo democrático aboga por regular y controlar el peligroso impacto social de poderosos agentes movidos exclusivamente por el lucro y la avaricia, sin vulnerar las libertades individuales y empresariales, pero entendiendo como LIBERTAD, lo que beneficia en la mayor medida posible a la sociedad en su conjunto no a pequeños grupúsculos de la élite, que están destruyendo las instituciones democráticas y sustituyendo el capitalismo racional por una oligarquía, que como buen extremo al fin, se asemeja y toca en muchas partes a eso que por ser tan detestado denominamos «comunismo«.
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Dos Grandes Socialistas Democráticos: MLK y Bernie
Para entender mejor este dilema, veamos dos ejemplos muy conocidos: primero Martin Luther King. Un impresionante reciente artículo del HuffPost demostró ampliamente que MLK, ese a quien según una reciente encuesta de Gallup, el 94% de los estadounidenses ve en una luz positiva… ese mismo al que dedicamos un feriado nacional (por cierto, firmado por Ronald Reagan) y que en 1964 fuera la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz, era un socialista democrático. El mismo que en 1966 dijera:
«No se puede hablar de resolver el problema económico del Negro sin hablar de miles de millones de dólares. No se puede hablar de terminar con los barrios marginales sin decir primero que se debe limitar obtener ganancias de los barrios bajos. Realmente se está manipulando y se está volviendo peligroso porque estás jugando con la gente entonces. Estás jugando con los capitanes de la industria. Ahora esto significa que estamos en aguas difíciles, porque realmente significa que estamos diciendo que algo está mal con el capitalismo. Debe haber una mejor distribución de riqueza, y tal vez Estados Unidos debe avanzar hacia un socialismo democrático».
Pero al igual que los términos evolucionan, las sociedades también lo hacen. MLK fue considerado en su tiempo un tipo peligroso, perseguido por el FBI y vilipendiado por los medios de comunicación, con una desaprobación, -según el mismo prestigioso Gallup,- del 63% de los estadounidenses, para cuya abrumadora mayoría hoy es casi un santo. Hay momentos en que las sociedades necesitan de un radical (que lo es lo mismo que un fanático o un extremista) para impulsarlas hacia delante, hacia estadíos nuevos de desarrollo. Y eso fue lo que hizo el King (el Rey, que es el significado de su apellido).
El otro socialista democrático más prominente de los EEUU es el Senador Bernie Sanders y actual aspirante a la nominación demócrata en la carrera presidencial del 2020. Como MLK, Bernie dice que Estados Unidos debe aprender de Suecia, Noruega y Dinamarca – países con niveles mucho menores de desigualdad, mejor nivel de vida para las familias trabajadoras, mejores escuelas, universidades gratuitas, asistencia médica universal, fuertes sindicatos, mayor participación en las votaciones y mucho mejor cuidado del medio ambiente.
Ah, quizás me digas, «pero todo eso suena como «anti-capitalista«, como que es malo para los negocios. Pues para muestra un botón: la Revista Forbes seleccionó a Dinamarca como el mejor país del mundo para los negocios, mientras EEUU califica en el lugar #18 del ranking. Aquellos son países capitalistas, pero con un capitalismo mejor distribuido, más humano, menos salvaje y no secuestrado por los mega poderosos.
A fin de cuentas entonces, a todos nos queda claro que ni MLK, ni Sanders son «comunistas«. La desorientación que se pretende lograr con la mala utilización y confusión de los términos no es casual. Tiene claras implicaciones e intenciones ideológicas y no es siquiera intelectualmente honesta. Se trata de una política conscientemente elaborada para confundir a la gente común, para impedir que el mensaje de tipos incómodos como Bernie Sanders llegue a las masas y como una clara advertencia por parte de los poderosos a los que son percibidos como «moderados» de que «si te pasas un poquito, si me siento agredido por lo que dices o haces, pues te cuelgo el cartelito de «comunista» y destruyo tu carrera política«.
Pero, ¿por qué no han podido entonces destruir la carrera política ni evitar la popularidad creciente de un anciano de casi 80 años, poco agraciado y bastante gruñón? Pues porque las masas, y en especial los jóvenes, tienen una sensibilidad especial para percibir la verdad. Y porque la consistencia cuenta: Bernie ha venido luchando por los mismos ideales, por los mismos principios, por las mismas causas durante los últimos 40 o 50 años sin importarle si eso lo hace popular o impopular, si le gana votos o le roba elecciones.
Para terminar, veamos algunas cifras muy interesantes que explican la popularidad de Bernie:
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* Según una encuesta del New York Times/CBS News del pasado Noviembre, el 56% de los posibles votantes en las primarias demócratas aprueban el socialismo democrático como filosofía de gobierno (el 29% está en contra). El 43% de los votantes en las primarias de Iowa se identificaron como «socialistas» (y recuerda que ya aprendiste que eso no tiene que ver nada con la dichosa palabra «comunista«).
* Más interesante aún, la MAYORÍA de los estadounidenses, según esa misma encuesta, abrazan ideas que podrían ser fácilmente identificadas como del «socialismo democrático»:
* El 74% de la población piensa que las corporaciones ejercen demasiada influencia en la sociedad.
* El 73% está a favor de mayores y más fuertes regulaciones a Wall Street.
* El 60% piensa que nuestro sistema económico favorece injustamente a los más ricos.
* El 85% quiere ver reducida la influencia del super dinero en nuestras elecciones y la financiación de campañas políticas.
* El 58% apoya la desagregación de los grandes monstruos bancarios.
* El 79% piensa que los ricos no pagan su cuota justa de impuestos.
* El 85% está a favor de licencias pagadas por maternidad / paternidad.
* El 80% de los demócratas y el 50% de todos los estadounidenses apoyan un Sistema Universal de Salud de pagador único (que no significa se elimine la asistencia privada para quienes quieran y puedan pagarla).
* El 75% de los estadounidenses (incluyendo un 53% de los Republicanos) apoya incrementar el salario mínimo a $12.50, mientras el 63% está a favor de subirlo a $15.
* El 70% del país apoya el derecho de los trabajadores a unirse en sindicatos.
* Y el 92% de los estadounidenses dicen querer una sociedad con menos desigualdades.
* Y no olvidemos que ideas que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana, como el Seguro Social, el salario mínimo, las leyes que limitan el trabajo infantil, los derechos al voto de las mujeres y los afroamericanos, el Medicare y las leyes de protección al consumidor, entre muchas otras, en su momento fueron consideradas radicales y expuestas como «comunistas» por los agentes encargados de obstruir el progreso.
Así que, estimados amigos y amigas, esperamos que de una vez hayan quedado claros tanto el desconocimiento como la manipulación en torno a los términos «socialismo democrático» y «socialismo/comunismo». Y por otra parte, aunque el autor de este artículo no endorsa aún a ningún candidato, y puede que termine apoyando a otro que no sea Bernie Sanders, sí es importante asegurarse que compita en igualdad de condiciones con el resto de los candidatos a la nominación, sobre la base del mérito y las mejores propuestas, y que no se vea afectado por un estigma que no sólo es injusto y mal intencionado, sino que simplemente no es cierto.
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Muy de acuerdo con el análisis del artículo. Durante mucho tiempo he enfrentado a personas en Latinoamérica que acusan a los demócratas norteamericanos de comunistas, les digo, quisieran ustedes tener comunistas como los demócratas norteamericanos.